Sin lugar a dudas, la pizza es uno de los platos universales que trasciende todo tipo de fronteras, cargando consigo una historia deliciosa y un sabor que ha conquistado paladares y corazones a lo largo del tiempo. Si bien su versión más famosa tiene procedencia italiana, la pizza tiene raíces más antiguas, que se trasladan a las antiguas poblaciones del Mediterráneo, donde ya se preparaban con formas de pan plan con hierbas, aceites y más ingredientes posados encima. Con el paso del tiempo, Italia empezó a crear su forma moderna, que es la que se conoce en la actualidad: una masa crujiente o suave, bañada con salsa de tomate, cubierta con queso y otras alternativas variadas como carnes, vegetales y especias a gusto. Esta evolución convirtió a la pizza en un símbolo de la cocina italiana y con el tiempo en una de las recetas más reconocidas a nivel internacional.
La pizza no solo es una preparación exquisita, sino que se ha transformado en un auténtico fenómeno cultural que ha ido ajustándose a diferentes tradiciones y costumbres alrededor del mundo. En su país natal, la pizza continúa siendo un icono nacional, pero la globalización ha permitido que esta receta se fusione con otros gustos y preferencias locales, dando lugar a una infinidad de variantes. Desde la tradicional pizza margarita, que realza los colores de las bandera italiana, hasta innovadoras pizza que cuentan con ingredientes como piña, ternera, mariscos e ingredientes más exóticos, la pizza se ha asentado en las dietas de diferentes culturas. La versatilidad de esta alimento es una de las grandes claves de su éxito, puesto que puede amoldarse a todas las estaciones del año, situaciones y también a presupuestos.
En la actualidad, la pizza es un plato presente en la mayoría de las mesas del mundo. Su crecimiento no solo ha sido en aspectos económicos, con grandes marcas de la industria como, por ejemplo, Domino’s y Pizza Hut expandiendo su influencia internacional, sino también social, al transformarse en un plato ideal para compartir en reuniones sociales o eventos informales. Este carácter social de la pizza, además de la capacidad de personalización, ha aportado a que sea un alimento que involucra a personas de distintos orígenes y culturas. Asimismo, el auge de la pizza también representa un cambio en el modo en que consumimos comida: rápida, accesible y deliciosa, pero también posible de proporcionar una experiencia gastronómica auténtica y si se desea, también con una cuota de sofisticación.
¿Cuáles son las variedades de pizzas más populares?
Conforme los años, la pizza ha evolucionado y se ha amoldado a las preferencias locales, dejando lugar a una increíble variedad de estilos y fusiones de ingredientes. Cada región ha aportado una cuota única a este plato, lo que resultó en distintas interpretaciones qué, si bien mantienen su esencia, brindan una experiencia culinaria diferente. La pizza napolitana, por ejemplo, prosigue su camino como la más emblemática de todas, puesto que con su masa delgada y crujientes en los bordes, salsa de tomate fresca, mozzarella y albahaca, esta pizza refleja la simplicidad y el sabor original de la cocina italiana. El equilibrio de ingredientes de primera calidad se ha transformado a la napolitana en el prototipo de la pizza clásica y es reconocida en todo el mundo.
En otros rincones de Italia, la pizza al estilo romano se destaca por la masa con mayor grosor y más crujiente. Si bien comparte algunos ingredientes con la napolitana, la diferencia se centra en la textura y el sabor de la masa, que se hornea de forma que se vuelve más contundente. Este estilo también hace énfasis en la utilización de ingredientes frescos y de calidad, lo que hace que cada bocado sea una experiencia sabrosa y satisfactoria.
Sin embargo, por fuera de las tierras italianas, la pizza también ha adquirido otros estilos que han cobrado gran notoriedad. La pizza al estilo Chicago, por ejemplo, es famoso por su masa gruesa y la característica «deep-dish» o estilo de plato hondo. Horneada en un molde, esta variación permite una buena cantidad de salsa y queso, creando una textura parecida a un pastel. Este tipo de pizza es realmente sustancioso y a menudo es considerado más un pastel que una pizza clásica.
Por su parte, la pizza de Nueva York es una de las más representativas de Norteamérica. Con una masa más delgada y flexible, se sirve en grandes porciones que se pueden doblar sencillamente para disfrutar al paso, lo que la hace ideal para las, a veces, complejas calles de la ciudad. Su fina capa de salsa y queso, junto con el agregado de ingredientes, la convierten en una opción realmente sabrosa y rápida para quienes buscan una comida informal pero igual de sabrosa.
Por último, la pizza a la parrilla también se ha vuelto famosa en países como la de Argentina y Brasil, y se elabora sobre la parrilla en vez de un horno tradicional. Su masa es más gruesa y tiene un sabor ahumado y además, se le puede colocar carnes asadas hasta una diversidad de verduras, lo que muestra la versatilidad de la pizza para adaptarse a distintas culturas y gustos. Este estilo de pizza, repleto con ingredientes frescos y variados, remarca como la pizza se reinventa continuamente para satisfacer la creatividad de los chefs y también las preferencias de los consumidores de todo el mundo.
¿Pizzerías locales o cadenas internacionales?
La decisión entre pizzerías locales y cadenas internacionales es una cuestión que varía en gran medida en lo que se busque de una experiencia gastronómica, puesto que ambas opciones cuentan con diferentes ventajas que pueden atender los gustos y necesidades de los clientes. Por su parte, las pizzerías locales suelen ser pequeños emprendimientos familiares o negocios independientes que representan el corazón de una región. Estas pizzerías sirven para disfrutar de una deliciosa pizza, pero también como espacios de punto de encuentro donde aún se resguardan las tradiciones culinarias de la comunidad. Los dueños y chefs de estos comercios están constantemente en conexión con el origen de sus recetas, lo que les permite brindar una cuota de personalización en cada plato.
En comparación, las cadenas de pizzerías internacionales como, por ejemplo, Papa John’s, han logrado expandirse por todo el mundo debido a un modelo de negocio que está basado tanto en las estandarización como en la rapidez. Estas franquicias se centran en brindar un producto consistente que se pueda realizar de forma confiable en cualquier parte del planeta, garantizando que los consumidores puedan disfrutar de la misma experiencia de sabor sin importar en que territorio se encuentren. Las cadenas internacionales suelen ofrecer menús accesibles y familiares, que ha sido pensado para ajustarse a una amalgama de gustos y preferencias-
De todos modos, esta estandarización también detenta un costo en conceptos de personalización. Aunque las cadenas internacionales tienen control de calidad y productos definidos, la experiencia de saborear una pizza en estas cadenas puede resultar una experiencia que no está del todo conectada con las tradiciones locales. Pues, las recetas son similares, con una selección de ingredientes bastantes comunes y con nulo margen para la creatividad. Esto puede resultar un inconveniente para quienes buscan autenticidad e innovación, ya que la pizza en estos espacios es un modelo masivo, en vez de una receta artesanal.
En conclusión, la selección de pizzerías locales o cadenas internacionales dependerá de lo que el cliente busque. Si desea comer una pizza tradicional apuntada a lo artesanal y un entorno personalizado, las pizzerías locales son los establecimientos adecuados. Pues, no solo ofrecen sabor, sino que una atmósfera única donde es posible comunicarse con los cocineros. Por otra parte, si se desea conveniencia, rapidez y precios competitivos, las cadenas trasnacionales cuentan con su propio atractivo, donde es posible saborear una pizza deliciosa y contundente en cualquier momento y en cualquier sitio donde haya una franquicia.